lunes, 28 de diciembre de 2009

Te lo iba a decir. Es más, abrí la boca para decírtelo, para hablarte, para arreglar las cosas y romper esta triste y agobiante rutina; pero no hiciste más que dar media vuelta e irte, evadir los problemas, como de costumbre. Y mientras esta escena se reproducía yo pensaba: "Es hora de darle el gusto y rendirme". Pero no es así de fácil, no es cuestión de decir: "Me rindo". No tengo ganas de rendirme, ni de seguir peleando, me explico, quiero seguir peleandola, pero si algo me garantizara que va a servir para algo, y a este paso realmente esa idea cada vez me parece más alejada. Entonces, me quedaría rendirme, que es la idea que a los que me rodean más les gusta; pero yo no quiero que quede todo en la nada, siento que todavía me quedan muchas cosas por descubrir, y no quiero que termine todo sin terminar de entenderlo, o que toda la vida me torture la idea de: "Podrías haber ganado, pero te rendiste, por miedosa", quiero estar segura, y en este entorno nada me inspira seguridad, nada ni nadie.

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